Cada cuatro años reescribo
este artículo. Sigue vigente y continúa siendo válido en el mapa de isobaras
político que pende sobre nuestras
cabezas. No hace falta ser meteorólogo, ni estar asomado al ventanuco del
Meteosat para saber lo que se nos viene encima. No es necesario consultar al
oráculo de Delfos, llamar a la “hotline” de Sandro o eviscerar un carnero para
señalar que el granizo se acerca. No hace falta buscar la cabaña de la sortiña
en el brumoso bosque para que nos lea los posos del café o que el “crupier” del
casino del futuro nos eche las cartas. La suerte está echada y habrá que
ponerse a cubierto porque comienza la caída de las Primeras Piedras.
Pedrisco que comienza
azotarnos con su descarga de altos cargos encasquetados y haciéndole la bola
gorda a La
Bellota y a Casals. Marcas que hacen acopio
de herramientas para hacer frente a los pedidos que ya están llegando a sus
almacenes: “Dos palas para inaugurar ese parque. Un palustre fino para que el
subsecretario recorte el mortero. Un legón para que el alcalde arrastre toda la
tierra hacia el hoyo. Un pico para que nadie se quede sin hablar ante los
micrófonos. Una partida de paneles serigrafiados con croquis y alzados con
obras de tarifa plana, que lo mismo sirven para una carretera que para un
teatro. 20 cascos (modelo deluxe) para cabeza de consejero o similar. 45 pares
de botas de seguridad, de puntera de acero, para que los pies se resguarden si
cayera antes de tiempo la primera piedra. 2
kilómetros de cinta con la bandera
de Andalucía y otros tantos con la española, que nunca se sabe lo que puede dar
de sí esta granizada. 8 carpas para ágapes en mitad de la nada donde nada hay
aún, pero ya verán como cae el granizo. 7 tijeras, de las buenas, para que se
corte la cinta a la primera y una bandejita de plata para transportarlas. Y me
añade, por lo que mengüe, unos monos de trabajo y unos “tupper ware” para hacer
bonito y que estamos muy cerca del pueblo y de las cosas que creemos se hacen
en los pueblos”.
Ya
comienzan a caer las rocas. Un granizo que se precipita sin chispear antes.
Graniza con ganas. Nos apedrean con las Primeras Piedras. Esta es una
lapidación en toda regla y todavía, bajo el chaparrón pétreo, hay que pegar los
carteles con sus caras de piedra, de hormigón, de cemento armado, de talocha y
asperón.
Lo
único bueno de todo este meteoro es que se venderán más ejemplares de Ideal. La
demanda sube ya que se compran los diarios del día para meterlos en la
“litofiebre” que los ateza, de tanto andar al aire libre. Paletas endomingados.
Madre mía ¡que peña!, ¡qué peñazos!. Lo que está aún por caer hasta el mayo que
viene.
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