La
provincia de Jaén volverá a sacar sus viejos zapatos al balcón para que esta
noche, a ver si este es el año, los reyes del presupuesto y de la inversión, le
dejan caer algo de lo mucho que tiene pendiente y que, en susurros y precisa
caligrafía de alumno de EGB, de cuando en cuando revindica en cartas que entrega
a los heraldos reales, ministeriales, presidenciables y consejeribles que
atinan a dejarse caer por estos predios. Un año más esta tierra de escasos
trenes y caminos a medio hacer, con sonrisa seráfica y mirada perdida, esperará
que sus majestades se orienten, por fin, en la dirección correcta y que los
carteles, pasquines y anuncios se hagan de una vez realidad. La lista es tan
larga y tan antigua como la de los reyes godos y tan conocida como la de
Schindler.
Los mismos temas y argumentos que siguen sin resolverse acumulando
promesas hechas de polvo y de humo. Lo mismo este año 2015 que viene preñado de
gemelos electorales es el nuestro y se enteran de que Jaén es la que firma, todos
los años, una carta en la que pide que se anote su existencia en las agendas de
los que pueden tomar decisiones las adopten y el viento sople para llevarse la
hojarasca, amontonada desde hace tantos otoños, de desempleo que se amontona en
las plazas y las esquinas de sus pueblos.
Algunos
signos y síntomas de la preñadura han comenzado a notarse y viejas heridas en
forma de obras detenidas, de raíles a los que la grama y los jaramagos habían
ocultado, han recomenzado y se han vuelto a limpiar. También se repintan y
sustituyen viejas señales y escudos de gobiernos y ducados que prometieron el
oro, el toro y el moro.
Todo
se lustra y abrillanta para el paso de las cabalgatas de lores y señores que,
descartando a los magos de esta noche que emboban a los más pequeños a su paso,
van a empezar a dejar de pasar y volver a recorrer aldeas, pueblos y ciudades
arengando a los suyos y zahiriendo a los que no lo son. Haciendo memoria para
repetir y repartir parabienes, subvenciones, ayudas y oropeles. Haciendo su magia
de siempre y como siempre Jaén esperando respuesta a la carta que cada año
escribe con primorosa caligrafía de niño que atesora la esperanza de no tener
que irse de su pueblo a buscarse la vida y conocer otros balcones en los que
sacar los zapatos en la noche de Reyes
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