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NO HAY QUIEN LAS ENTIERRE

Es inútil. Llevan años intentándolo y no hay manera. Han descargado toneladas de papel de periódico y millones de palabras. Se hicieron mil y una fotos amenazándolas desde púlpitos sufragados por la administración y el partido de turno. Se las zahería y vilipendiaba en privado y en público. Hombres notables y mujeres sobresalientes se empeñaron , y empeñan dando lo mejor de si, en contra de ese lazo de acero, zahorra y maderos que estrangula a la ciudad. Mira que se han celebrado rituales para exorcizar al espíritu metálico. A voces, y armados con los latinajos y la bendita agua, se intentó hace retroceder al insidioso nudo. Se le conminó, imperiosamente, a través de recreaciones virtuales, pogüerpoints, páginas güebs y animaciones en tresdé a que desistiera de su férreo abrazo. Se prometieron 69 millones de euros. Hasta se llegó a decir que 29 empresas estaban dispuesta a comenzar las obras. Lo que hiciera falta y mucho más para que a la ciudad no le faltara de nada, y menos aire para respirar respirar. Animaron a alquimistas y urbanistas a trocar la materia en uso peatonal. Atanores y hornos ardieron invocando la inspiración de Hermes Trimegisto para los  esforzados en la búsqueda del bulevar filosofal y sostenible. Esto será bulevar o no será. Ministros, sujetacarpetas, portamaletines, edecanes, ayudas de cámara y fotógrafos de camarilla animaban las llamas con el destello de flases y frases encendidas: el futuro es vuestro. Basta una palabra mía para que el BOE sane la cicatriz de la ciudad. ¿Acaso yo os he fallado alguna vez». Aplausos, trinos, palmadas, genuflexiones, empujones, codazos, abrazos, sobas de lomo, besos, apretones, almuerzos y coches oficiales sellaban las ceremonias a izquierdas, derechas y centros.
Pero, tercas, resistiéndose a todo y a todos. Ajenas al tiempo y a las promesas realizadas. Inevitables como una inspección paralela de Hacienda. Firmes como el material en el que se fabricaron, las vías del tren siguen sin poder soterradas. Muchos lo intentaron y todos, hasta ahora se han caído del caballo, han resbalado de la silla ministerial, han fracasado, han perdido el fomento y la partida. Ahí están, las muy ladinas, como lejanas parientes de la madrileña puerta alcalaína, riéndose con la boca llena de dientes con forma de pernos. Las vías del tren, traviesas, se niegan a ser enterradas. Óxido y raíles que aspiran, a este paso, a tirarle las tuercas a sus primas carnales del tranvía.
Sin embargo, ahora se avecina el enésimo intento de acabar con ellas y enterrarlas para siempre. se escribe, solo hay letra por ahora ya veremos si llega el dinero, para el capítulo final de esta historia que dura tanto como las obras del museo ibérico. La Junta esgrime una nueva arma: el POT (Plan de Ordenación del Territorio) en el que se podía leer hace sólo unos días, «en el capítulo de comunicaciones y transportes, las principales determinaciones se dirigen a la integración del ferrocarril con el transporte de viajeros por carretera a través del futuro Centro Intermodal de Jaén, que implicará la retirada de las vías férreas que actualmente afectan al núcleo urbano de la capital.». Como homenaje al Payo Juan Manuel, que en la gloria rumbera esté, que los viejos y viejas de este lugar lo vean antes de irse p´Albacete

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