No hay tregua en este Jaén nuestro. Apenas asomas la nariz para respirar un poco cuando llega la primavera y te la llena de polen. Al ahogo de estar sumergido en el pozo del desempleo dentro de poco se le unirán los estornudos de los alérgicos que harán cola en las oficinas del paro. En cuanto acabe la cosecha, si es que las borrascas lo permiten, vuelta a empezar. Alergias y desempleo. Más polen que grano en la economía jienense que a duras penas se mantiene en pie. Es como aquel gato de convento que, de poco que comía, le gritaban los frais ¡zape! y daba con los desnudos costillares en la losas del claustro. Algo debió de romperse por esto lares cuando a las ayudas y a las subvenciones las comenzaron a llamar: estímulos. Dedos administrativos estimulando el clítoris, buscando el punto G o la «petite mort» económica a ver si, con las convulsiones, esto rompe hacia algún sitio y salimos de la charca en la que nos hemos sumido por culpa de unos y de otros. Los mismo unos y los mismos otros que visten de domingo en los días particulares y en los días de fiesta gustan de hacerse fotos enfundados con nikys de piquito y pantalón vaquero para salir el lunes en el periódico y aprovechar el tirón de las fotos de Messi, Ronaldo y Kitoko. Periódicos que surfean las barras de los bares y cafeterías para los clientes madrugadores
— mira lo que dice aquí Manolo que van a terminar este año la autovía a Úbeda
— pero si ese periódico es de hace tres años.
— ¿…?
— es que estoy limpiando el almacén y lo tenía ahí para secar los cristales de las ventanas
Otro parroquiano se une a la conversación y señala:
— pues en el Ideal de hoy dice lo mismo: «este año acabamos la autovía a Úbeda»
— seguro que también dice que van a acabar con el paro ¿verdad?
— pues sí ¿cómo lo has adivinado?
— listo que es uno
Así, entre cortados, con leche y mentaspoleo, vamos hundiéndonos en el limo de las estadísticas. Convirtiéndonos en una especie de territorio palenciano en el que cambiamos el románico por el renacimiento. En el que nunca pasa nada. Ni siquiera es noticia cuando las vías del tren se cortan. Nadie viaja en esos viejos trenes desde que el Sabina cambió la letra del «pongamos que hablo de Madrid». Los ríos se ponen bravos y dejan en ridículo a los titulares que leen los clientes del bar Manolo. Más polen que grano otro año, sea el que sea, más.
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