Lo
de esta provincia es de historieta
japonesa, por no decir que todo anda manga por hombro. Resulta que ahora
estamos en “emergencia cinegética” por culpa de una horda de conejos
hambrientos que ríete tú de Gorgo, Gamera y Godzilla dándose trompazos por las
avenidas de Tokio. Estos “marditos roedores” campan a sus anchas por la campiña
jienense y amenazan con sus leporinas sombras a 32 pueblos de Jaén… lo que nos
faltaba
Si
amigos la oleada de roedores asesinos ha llegado hasta el campo y el mar
olivarero jienense y ha comenzado a devorarlo por los goteros del regadío e
incluso, algunos conejos mutantes, “X-bunny” los llama un agricultor cachondo,
han comenzado a trepar por los troncos de los centenarios olivos para roer los
únicos brotes verdes que tiene este Jaén nuestro
Es obvio que se trata de un ataque
premeditado, en el que se quiere destruir uno de los pilares de desarrollo
económico de la provincia, porque los conejos podrían haber comenzado a roer
otros pilares ciudadanos como la moqueta de los despachos, las ruedas del coche
oficial, las butacas de los salones de actos o las vallas electorales. Pero no,
los muy taimados arramblan con los goteros, los muerden, los roen, los
destruyen… su acción es un símbolo… un mensaje claro y diáfano: os dejaremos
sin riego.
Y
los políticos andan discutiendo si los conejos son de granja o de campo.
Celebran mesas redondas y analizan las andanzas de los lepóridos y dicen unos
que hay que atacarles por la oreja derecha que es la que menos oye, y los otros
dicen que es mejor darles por la izquierda que tienen el ojo vago y apenas ven
por ese lado… y mientras los dientes de los rabicortos acaban con los cultivos
mientras levantan sus colitas en señal de burla
Ojo
que los que manda parece que se cabrean de verdad y pueden contratar a una
pléyade de técnicos para que hagan un plan de actuación estratégico para acabar
con la plaga. Entre tanto los conejitos se ciscan en los linces ibéricos y en
la lincesa que los parió. Que ya no hay respeto por casi nada, y menos por el
depredador natural. Así que prosiguen su ataque ajenos a las bajas que les
provoca el hurón, el lazo o el escopetero dominical. Nos tienen en el centro de
la diana roja de la mixomatosis que les pone esa mirada asesina de verdad, contra
la que no hay nada que valga ¡qué conejos!
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