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DIARIO DE UN CONFINADO II

A lo largo de las últimas semanas se está produciendo un fenómeno curioso. Basta con poner atención para percibir el latido vital de nuestros pueblos y ciudades. Abran sus balcones y ventanas y oirán lo que siempre pasaba y que no percibíamos. El encierro al que estamos sometidos los ciudadanos y a la parálisis obligada de sus herramientas y mecanismos está sacando al primer plano todos los ruidos que quedaban sepultados por la cacofónica actividad de nuestras rutinas diarias. El trino de los pájaros es una de las voces principales y las conversaciones de nuestros vecinos, con un poco de atención, se vuelven inteligibles y nos damos que las nuestras también pueden ser oídos por el resto de nuestro barrio. El silencio de los primeros días de confinamiento nos había atronado los oídos y estos, poco a poco, van sacándoles los matices a esa irreal banda sonora que por primera vez escuchamos. Estamos en momentos de muchas primeras veces. Estamos estrenando sensaciones que teníamos aga
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DIARIO DE UN CONFINADO

Lo más ominoso es el silencio. Esa sensación de irrealidad que se levanta como una espesa niebla cada amanecer desde las calles y avenidas desiertas. El rumor de motores y el faenar de talleres y fábricas ha sido sustituido por el eco de los buenos días del vendedor de periódicos. Su saludo rebota en las fachadas de los edificios y en la tela de su mascarilla, de confección casera, que usa como recordatorio de que el enemigo sigue ahí. Agazapado en un estrechar de manos inconsciente. En la huida de una tos que aparece por sorpresa o en el alivio de un repentino picor en el lagrimal. Los escasos peatones que me encuentro nos miramos huidizos, embozados y dejando espacio suficiente para que sirva de frontera al maldito virus. Los pasos resuenan esquivos en los escaparates y cierres de los comercios y los pasajes comerciales están hasta huérfanos de mendigos. Los cajeros automáticos se han quedado sin huéspedes, los sintecho han desaparecido con sus bultos, mantas y perrillo

MEMOS Y MEMES

Ha pasado el tiempo de los memes y de las parodias en videos de instagram y tiktok. Esto va en serio. Tanto que a mucha gente le está costando la vida. Lo de salir todas las tardes al balcón se está convirtiendo en una rutina obligada por una situación de la que nadie conoce antecedentes y menos aún tienen experiencia para acometerla y gestionarla. Estamos haciendo historia. Estamos escribiendo los libros que se editarán dentro de unos años y no sabemos aún cómo y dónde poner la palabra fin. La verdad es que verles las caras a nuestros representantes por televisión es algo que mueve a la intranquilidad. De alguna manera, ignoro si es torpeza o habilidad del Covid-19, los politicastros no paran de dar positivos en los test de coronavirus. Son tan vulnerables, como los demás a este enemigo invisible, inesperado, implacable e impredecible. Asñi que salen por la pequeña pantallas con un rictus desencajado, con los nudos de las corbatas torcidos y con las manos nerviosas de tanto habérs

PARA SEPTIEMBRE

Todos estamos encerrados en casa. Hemos entrado en un territorio desconocido. Nosotros que somos tanto de salir y andar callejeando nos vemos confinados por la amenaza invisible que ya ha dejado centenares de muertos, miles de infectados y puesto de manifiesto la condición, actitudes y aptitudes de nuestros vecinos y de los que dicen estar al mando. “Que los dioses te libren de vivir tiempos interesantes” dice un viejo aserto chino y que nos viene que ni pintiparado para referirnos a estos momentos que servirán para llenar varios capítulos de los futuros libros de historia. Un presente en el que la desazón, las tribulaciones, las dudas y el titubeo por no saber que hacer, que decir o que escribir nos encogen el alma al ver las calles vacías, los bares cerrados y silenciosas las carreteras. Todo lo que creíamos tan sólido, tan duro como la piedra, se nos ha ido diluyendo y erosionando con la lluvia de estadísticas sobre el aumento de los contagios. El Covid-19 hasta el consuelo de l

VIRALIDAD

Malos tiempos para ser viejo. Se les va poniendo dura, la existencia, a los mayores a cada día que pasa. El otro día un abuelo llamó a la radio para quejarse de cómo los medios contábamos que, afortunadamente, los que cascaban por el coronavirus eran, en su mayoría, personas de edades avanzadas y con patologías previas ¡COMO SI LOS VIEJOS VALIERAMOS MENOS! Le espetó al teléfono. No le falta razón a este señor. Parece que como si este virus viniera a clarear la era y a limpiar residencias y sanatorios. Tengamos sensibilidad. Todos somos iguales ante la ley aunque no ante los virus. Tengo un amigo que cuando pasa por la esquina de las esquelas de mi pueblo cuenta las bajas por “muñecos”. Si hay un santo en el pasquín es que el muerto es reciente y si sólo hay una cruz se trata de un funeral del mes o del año. Ahora hay más muñecos que antes y los seguirá habiendo con o sin esta súper gripe que está acojonando a todo el mundo. Tampoco es que esto se vaya a convertir en un capítulo

La ITI es un “Macguffin”

Desde hace unos meses que andan los actores políticos de aquí para allá y de allá para aquí dándole vueltas a los millones de la Inversión Territorial Integrada, la celebérrima ITI, y en qué se los van a gastar. Una día sí y otro también los papeles y los micrófono recogen las declaraciones de los artistas protagónicos, secundarios y hasta de los extras que están para hacer bulto y ruido en la escena, sobre el destino de los más de 400 millones que van a llegar a esta provincia tan ajena a las alegrías presupuestarias y tan huérfana de cariño administrativo. Qué si una carretera, que si un polideportivo, que si una rotonda, que si una plazoleta, que si un teatrico, que si una piscineja, que si tal que si para cual y para lo de más allá. Así llevan semanas amasando la ITI y sus dineros de comarca en comarca y de casa consistorial a casa consistorial prometiendo que la lluvia, de millones, está al caer y que habrá que ir comprándose cubos, barreños, damajuanas, orzas,   tazones, ol

IMPULSANDO

Antes la gente hacía cosas. Se ponían manos a la obra y comenzaban a trabajar. Ahora no se hacen cosas. Ahora se impulsa. Impulsar es el nuevo mantra de la clase dirigente. Estamos impulsando esto, impulsamos aquello y lo de más allá. Se van a un descampado a hacerse fotos o delante de una barricada de neumáticos ardiendo y escriben: aquí estamos impulsando el desarrollo territorial o impulsando las justas protestas olivareras. El impulso. Esta palabreja se ha   colado en el neolenguaje oficial y yo mismo me sorprendo en el bar impulsando unos tercios de El Alcázar con los compañeros ¡Impulsando una de champi! Canta el camarero mientras pone la tapa. Es la era del impulso. Así suena mejor en las noticias oficiales y viste más en los titulares de los periódicos y los pies de foto. Para ser sincero a mi me produce cierta ternura ver a nuestros próceres ataviados con chubasqueros y chalecos reflectantes. Se mueven con esa torpeza del cachorro al que se le pone por primera vez el coll